Hace diez años, Rendón Vival Félix Belisario vivía en Napo, Ecuador, una provincia ubicada en medio de la selva del Amazonas. Era casi imposible encontrar trabajo —el desarrollo industrial en Napo es escaso—, así que trabajó por un sueldo mínimo como guía turístico en un albergue local. Pero con ese bajo salario, Belisario tenía problemas para mantener a su familia.
Belisario dejó su hogar en busca de un mejor trabajo, y en lo posible de una vida mejor. Pronto encontró trabajo en los campos de Agrocoex S.A., una granja floral Fair Trade Certified en Latacunga, Ecuador. El trabajo era constante y bien pagado, pero su familia no cabía en la habitación que alquilaba cerca de la granja. Su familia se quedó en su casa en Napo, ya que Belisario vivía a cinco horas. Belisario a menudo enviaba dinero a su familia y los visitaba cada tres meses, ayudándolos para que tuviesen una mejor vida, pero la distancia lo hacía sentir triste y solo.
Pero Belisario también vio esperanzas: el Comité Comercio Justo de Agrocoex había estado discutiendo si invertir dinero de su Fondo de Desarrollo Comunitario de Comercio Justo en un nuevo complejo de viviendas para trabajadores.
El Comité Comercio Justo, que consiste en su totalidad de trabajadores electos democráticamente para representar a sus pares, encuestaron al resto de la fuerza laboral y encontraron que la vivienda era una necesidad en común, ya que muchos vivían en hacinamiento o, como Belisario, lejos de sus familias. El dinero del Fondo de Desarrollo Comunitario proviene de una parte de las ventas de productos Fair Trade Certified, y una de las funciones del Comité Comercio Justo es votar sobre cómo invertir el dinero en proyectos sociales, económicos y ambientales.
Una vivienda sería perfecto, pensó Belisario; tendría una casa y por fin se reuniría con su mujer, su hija y su nieta. Mientras podaba y cosechaba flores en los campos de Agrocoex, soñaba con un hogar feliz, todos juntos de nuevo.
El comité votó y el sueño de Belisario se hizo realidad: el Complejo Habitacional La Calerita, 100 casas para los trabajadores de Agrocoex, se construiría en el barrio La Calera de Latacunga.
"Creemos que la vivienda es una necesidad básica de cada persona", dijo Pruna Pastuña Loide Matilde, presidente del comité y supervisor poscosecha.
El sueño de Belisario es lo que todos los trabajadores merecen: buena vivienda, condiciones de trabajo decentes y quedar fuera de la pobreza.
El Complejo Habitacional La Calerita es parte de un movimiento global para acabar con la pobreza. En 2015, las Naciones Unidas anunciaron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para terminar con la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas puedan disfrutar de paz y la prosperidad para 2030.
El primer objetivo: poner fin a la pobreza en todas sus formas, donde sea.
Este objetivo ha sido dispuesto en Agrocoex, ya que los trabajadores pudieron comprar las casas por el precio de costo de los materiales y de la producción de la casa. Se ofrecieron préstamos a bajo interés a los trabajadores, gracias al Fondo de Desarrollo Comunitario de Comercio Justo. Antes de la construcción, algunos trabajadores tenían que obtener préstamos bancarios de alto interés para vivir cerca del trabajo, afirmó Matilde. Esos lugares solían carecer de servicios como agua, alcantarillado y electricidad. La Calerita representaba una oportunidad para los trabajadores de ascender económicamente invirtiendo en una vivienda en lugar de pagar alquiler por habitaciones estrechas y lejos de sus familias.
Este mismo objetivo se aplica a todas las fábricas, granjas y pesquerías de comercio justo. El dinero recaudadado de la certificación de comercio justo no puede acabar con la pobreza, pero sí ayudar a muchos de los trabajadores más afectados por la volatilidad del mercado y las condiciones laborales difíciles. Los productores y trabajadores de comercio justo han ganado $ 465 millones adicionales a través de los Fondos de Desarrollo Comunitario desde 1998; solo en 2019, ganaron $ 66,8 millones.
Fuera del comercio justo, los trabajadores no suelen ver este tipo de retorno por su trabajo. Más comunes son las viviendas de calidad inferior y los salarios bajos: dos tercios del mundo gana el equivalente a $ 10 o menos al día. Alrededor del 10 % gana 1,90 dólares o menos al día. Este es el tipo de pobreza que esperamos disminuir en la próxima década.
Para ayudar a poner fin a la pobreza, el comercio justo contribuirá a dos metas de los ODS para 2030:
- Reducir a la mitad el número de personas que viven en la pobreza.
- Desarrollar la resiliencia de las personas en situación de pobreza y otras en situaciones vulnerables, reduciendo su exposición a desastres y a volatilidad de todo tipo: social, económica, climática.
Para el primer objetivo, los estándares de comercio justo requieren que los empleadores respeten los derechos laborales. También exigen que los trabajadores cuenten con condiciones de trabajo decentes, seguridad laboral e igual salario igual por igual trabajo. En las plantaciones y fábricas, los empleadores deben establecer una política para abordar el acoso sexual. Para algunos productos de comercio justo, como el café y el cacao, los productores deben al meno ganar el Precio Mínimo de Fair Trade; este es un mecanismo de comercio justo que sirve para proteger a los productores de las fluctuaciones volátiles del mercado, una red de seguridad para contener a los trabajadores cuando bajan los precios de mercado.
Para el segundo objetivo, el comercio justo prohíbe la esclavitud, el trabajo forzado y la explotación en las granjas y fábricas Fair Trade Certified. El comercio justo también mantiene estándares para proteger los recursos naturales, incluyendo el agua y el suelo, y garantiza a los trabajadores el salario mínimo legal vigente y un seguro contra accidentes.
Aunque como planeta trabajamos juntos para alcanzar estos objetivos, las contribuciones de Fair Trade USA® mejoran las condiciones de vida y trabajo de productores y trabajadores de todo el mundo. Son objetivos grandes, pero se pueden alcanzar... de a una comunidad y una compra a la vez.
Las casas de La Calerita no aparecieron de la noche a la mañana: el complejo comenzó con la compra de un terreno en 2010 que llevó años de construcción y retrasos. Cuando se produjeron los retrasos, Belisario y otros trabajadores vieron su entusiasmo inicial convertirse en incertidumbre.
Algunos retrasos no pudieron evitarse: en 2015, por ejemplo, la construcción se retrasó debido a la erupción del volcán Cotopaxi, ubicado a 15 millas de Latacunga. Pero lentamente se construyeron carreteras, plantas de tratamiento de agua, sistemas de drenaje y captación de agua de lluvia, así como las fundaciones de las casas sobre el suelo. De a poco, La Calerita se fue asemejando a una nueva comunidad.
Entonces, el Complejo Habitacional La Calerita, con que soñaban Belisario y los trabajadores de Agrocoex, se hizo realidad. En 2017, se construyeron las primeras 24 viviendas, las siguientes 39 se completaron en 2020, y las 37 viviendas finales se completarán en 2022.
En 2018, Belisario logró invertir dinero en una casa y también aportar dinero a su familia. Esto le facilitó ahorrar dinero, según él mismo cuenta. Más importante aún, le permitió reunirse con su familia bajo un mismo techo, tal como había soñado.
"Es lo mejor que nos ha pasado", dijo Belisario. "Esto cambió mi vida. Ahora estoy feliz de vivir como una verdadera familia, junto a mis seres queridos".
Mientras seguimos observando los resultados en Agrocoex, Fair Trade USA ha logrado con éxito la reducción de la pobreza en otras industrias afines.
Los productores de cacao encuestados en 10 cooperativas distintas de comercio justo de Costa de Marfil informaron que su capacidad para pagar los alimentos aumentó del 82 por ciento en 2015 al 93 por ciento en 2019. Los productores de cacao de comercio justo también superan la tasa promedio nacional de acceso al agua para las poblaciones rurales en 26 puntos porcentuales.
Debido al Precio Mínimo de Comercio Justo, los agricultores y trabajadores de comercio justo han recibido $ 260 millones adicionales desde 1998, y sumado $ 63,6 millones en 2019. Si más trabajadores alrededor del mundo dispusieran de redes de contención como esta, muchos estarían más cerca de salir de la pobreza. Un agricultor de cacao de una cooperativa de Costa de Marfil, por ejemplo, cuenta que pagó los gastos de educación y salud de sus hijos usando el dinero recibido. La salud y la educación, que debieran estar disponibles para todo ser humano, tienden a perderse en la pobreza.
Estas estadísticas y proyectos como el nuevo complejo inmobiliario de Agrocoex son prometedores. Pero todo debe seguir mejorando y evolucionando antes de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible; es por eso que comprar productos de comercio justo como flores cultivadas en Agrocoex o chocolate obtenido de Costa de Marfil pueden ayudar mucho.
“Un hogar es tener a todos mis seres queridos a mi lado, vivir en armonía y tranquilidad, disfrutar de las cosas bellas de la vida”.
La construcción del complejo de viviendas La Calerita no se ha quedado solo en las casas y en la infraestructura. También se han construido comedores y tiendas de barrio, así como vías de acceso a la ciudad, donde los trabajadores pueden recibir atención médica. Se han iniciado servicios como la recolección de basura. Todos contibuyen al segundo objetivo del complejo Agrocoex: mejorar la comunidad, pero además disminuir las condiciones de pobreza.
Ya hay planes para otro complejo Agrocoex, ahora para los trabajadores de su granja floral en Machachi, Ecuador. El Comité de Comercio Justo de esa finca adquirió terrenos en 2019 con la esperanza de construir un complejo habitacional similar y hacer realidad sueños similares.
Belisario, que vive en una casa con su familia, gasta lo que antes era su dinero de alquiler en su nuevo hogar. Recuerda los años de sacrificio y trabajo duro, viviendo lejos de su familia, y se siente feliz de tener un lugar al que llamar hogar.
"Gracias a mi trabajo, tengo a mi familia a mi lado", dijo Belisario. “Un hogar es tener a todos mis seres queridos a mi lado, vivir en armonía y tranquilidad, disfrutar de las cosas bellas de la vida”.
Hal Conick es escritor, residente en Chicago.